miércoles

NOCHEVIEJA

Nunca más voy a celebrar la Nochevieja entre ustedes.
Ya saben que para mi, ustedes - los españoles - tienen costumbres peculiares.
Recuerdo con horror la Cena en familia de este año.
Se comieron la Fauna entera: Marítima y Terrestre.
Despues unos dulces que afectaron mi maravillosa dentadura.
Si habían dejado alguna posibilidad para una remota digestión, quedó completamente anulada al servir Champagne.
En cualquier país civilizado, se toma como aperitivo; No como si fuera bicarbonato o sal de frutas.
Pero lo peor vino despues.
Una ingesta atropellada de uvas - que es una fruta con beneficiosas propiedades - pero no tomada así, de forma compulsiva.
Acto seguido, unos familiares de mi cuñado, con las bocas y barbas llenas de pellejos y pepitas de las uvas, me estrujaban y besaban como si me fuera a Afganistán.
Sus manos "repegosas" mancharon las Sedas Orientales que constituían mi maravilloso vestido, muy apropiado para una Cena Elegante.
Estas manchas no se quitan.
Ahí siguen.
A partir de ahí, más alcohol que en las farmacias.
Es muy lógico que al día siguiente, con un terrible dolor de cabeza, todos ustedes - los españoles - vean el mismo Concierto.
Todavía no se han dado cuenta.
Yo lo tengo grabado en Beta, es decir hace bastante años y siempre salen los mismos japoneses: Uno con gafas y otro con traje gris claro.
El Locutor intenta dar primicias:
- Observen la novedad de este año: El violinista de la tercera fila, se ha quedado calvo.
Por último, en pleno sopor, se dedican a contemplar lo más alejado al carácter latino que se les supone: ¡Saltos de Esquí!.
Cada año, un tal Rammusenn, gana a otro que se llama Schinder. O parecido.
Y luego a descansar, que El Corte Inglés, no está abierto.
Así que yo el próximo año me encerraré en mis aposentos con 12 Avellanas y un CD de Nocturnos de Chopin.
Con una Nochevieja así mi vida será como debe ser: brillante, solidaria y maravillosa.